Todo tiene un principio y un final”, eso es lo que impulsa la fe que
María Luisa López profesa a la Santa Muerte. Ella tuvo su primera
aproximación hacia el culto a la edad de 20 años, fue ocho meses después
de que su hermano Jorge despertó del coma en el que se encontraba a
causa de un accidente automovilístico.
Jorge
asegura haber regresado de la muerte. Refiere que durante su letargo se
le presentó una singular figura: “La Santísima”. Al recuperarse, él
mismo se encargó de elaborar la imagen que ahora resguarda su casa.
María Luisa es quien la cuida, pues actualmente él reside en la ciudad
de Chicago, Estados Unidos. Desde allá, cada mes manda dinero al
Distrito Federal para que el altar de su “patrona” tenga lo necesario:
veladoras, flores, inciensos aromáticos y hasta dulces.
Aunque
los hermanos López no conocieron a la Santa Muerte desde pequeños,
afirman que su fe es sólida, “son pocas las personas que la conocen
desde niños, es difícil que te inculquen el culto”.
El
escritor Homero Aridjis reafirma lo anterior. “En México la creencia es
una fascinación muy fuerte, se trata de un dogma que responde a las
necesidades de los seres humanos de esta época, en un momento de
violencia, de enorme inseguridad, de drogadicción, de crimen, pero sobre
todo de gran incertidumbre”.
José
Gil Olmos, periodista y especialista en el tema, coincide: “es muy
sintomático de lo que está pasando en el país, hablamos de una crisis
financiera, política, económica, social y hasta religiosa. Mucha gente
ya no cree en las instituciones, ya no cree en los jerarcas”
Por
su parte, Aridjis considera que el interés colectivo en el culto se
“reavivó” cuando surgen noticias como la captura de David Romo, obispo
del Santuario Nacional del Ángel de la Santa Muerte, por su presunta
participación en una banda de secuestradores. No obstante, la curiosidad
en dicho fenómeno social dista de ser exclusiva de la prensa. La
opinión pública se ve atraída, en primera instancia, por el morbo.
El escándalo no limita su fe
Tras
la vinculación de David Romo con la banda criminal de “Los Aztlán”, las
opiniones se dividen. Hay quien piensa que la Iglesia Católica
aprovecha el escándalo para desprestigiar la doctrina. No obstante, para
los seguidores de “La niña blanca” se trata de un asunto que no crispa
su fe.
María
y Jorge tienen firmes sus convicciones, señalan que el caso de Romo
para nada compromete su fervor “se trata sólo de una situación
desafortunada. Es ingenuo pensar que a consecuencia de esto, ¡de buenas a
primeras! cambiaremos de culto. No creemos que los católicos, los
verdaderos creyentes dejen su fe de lado por los actos de pederastia que
cometen algunos sacerdotes; con nosotros es lo mismo”.
En
este sentido, los investigadores de dicho fenómeno social manifiestan
que con éste hecho, muy difícilmente existirá una reacción de los
devotos de la Santa Muerte, porque David Romo ya no los representaba, ya
no veían en él al jerarca, toda vez, la creación de su propia corriente
religiosa.
La
devoción presenta dos caras, la de la gente que pide favores: trabajo,
salud; y el de las personas que solicitan protección al cometer
crímenes, venganzas o asesinatos.
“La Flaca” sale a pasear
Si
bien no existen referencias exactas sobre cuándo inició la
popularización del culto entre los mexicanos, Homero Aridjis, autor del
libro La Santa Muerte, afirma que fue a finales de los años 60. Hoy en
día se estima que hay entre 5 y 8 millones de creyentes en toda la
República Mexicana.
El
estudio de la Santa Muerte ha crecido a nivel internacional. La
Universidad de Oxford publicará una investigación antropológica para la
University Press de Inglaterra, por citar un ejemplo. En Estados Unidos,
diversas instituciones educativas también se han avocado a investigar
el tema.
Pero
eso ocurre afuera. En tanto David Romo, desde la cárcel, se mantiene
firme, tiene la convicción de continuar robusteciendo, ahí adentro, el
“culto a la Santa Muerte”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario