Monterrey, NL.-
Pese a la modernidad y los avances de la tecnología, entre los
habitantes de Monterrey hay un retorno al animismo, gracias al cual
consultan a chamanes o curanderos con la finalidad de resolver diversos
problemas desde económicos, de seguridad, salud o sentimentales.
De
hecho, ante las presiones de la vida cotidiana suelen ser los
personajes más solicitados para personas ávidas de hacerse de algún
amuleto o participar en ritos ancestrales para atraer la buena suerte,
prosperidad o al ser deseado.
Aunque la brujería en todas las
comunidades pasa por una lógica terapéutica o por la solución a una
enfermedad, cada vez es más frecuente que se le busque como respuesta a
otras necesidades y vacíos de la sociedad.
Así lo considera el
antropólogo social Roberto Rebolloso, para quien en los grandes momentos
de crisis históricas y regionales, los pueblos persiguen soluciones a
partir de este tipo de prácticas.
“La brujería responde no sólo a
la enunciación de complejos mundos cosmogónicos, sino también a
condiciones totalmente objetivas, las comunidades responden también a
las presiones sociales y éstas son formas de cauce. La brujería es una
expresión en momentos críticos de las culturas”, explica.
El
investigador cita que, en medio de la crisis por devaluación en la
década de los 80, se pusieron de moda los ritos narcosatánicos, así como
una ola de santería cubana, y más recientemente, el auge del culto a la
Santa Muerte.
A lo largo de su trabajo, el especialista ha
encontrado que es enorme la diversidad de personajes, formas y nombres
en las comunidades para designar a quienes llevan a cabo los rituales.
“Hablamos
de un gran número de especialistas y rituales, una gran cantidad de
oficios, un conocimiento que es múltiple y que nuestra sociedad
occidental en su ánimo de traducir los reduce o simplifica en magia
buena y magia mala, magia blanca o magia negra”, precisó.
Brujo,
santero, curandero, chamán –palabra que tiene más un uso desde la
antropología–, adivino, tecocol –el que sabe hablar–, son algunas
designaciones.
El sentido de su uso tiene que ver, a veces, con
lo que el creyente busque. Por ejemplo, el antropólogo Pablo Gaytán
cuenta que en Temoaya, comunidad del Estado de México, se presentó un
caso de una mujer que a la hora de pagar por un trabajo para alejar al
novio de su hija, mencionaba que buscaba a un curandero. No obstante, el
novio no lo verá como obra del curandero, sino de un brujo.
Sólo
por mencionar, un “brujo” del mercado Juárez no anuncia los “amarres”
como trabajos de brujería, sino como oficios ligados a la santería.
Si
bien muchos de esos seres y dimensiones son herencia española, católica
e indígena, en la actualidad ha habido lo que los especialistas llaman
una readecuación y trasposición.
Gaytán refiere que como en las
ciudades contemporáneas, en esas dimensiones y entidades existe un
“panteón de divinidades” organizado jerárquicamente de forma muy
semejante a la de un gobierno.
“Así como nosotros tenemos
presidentes, gobernadores, síndicos y policías, en los panteones divinos
hay un presidente del infierno; el señor del Agua tiene a sus topiles o
policías, hay un secretario de la Tierra, etcétera”, describe.
Del argot brujeril
Brujo (a): Persona supuestamente dotada de poderes mágicos en determinadas culturas.
Curandero (a): Persona que, sin ser médico, ejerce prácticas curativas empíricas o rituales.
Brujo (a): Persona supuestamente dotada de poderes mágicos en determinadas culturas.
Curandero (a): Persona que, sin ser médico, ejerce prácticas curativas empíricas o rituales.
Santero (a): Persona que cree o practica la santería (sincretismo entre creencias africanas y la religión católica).
Chamán:
Hechicero al que se supone dotado de poderes sobrenaturales para sanar a
los enfermos, adivinar, invocar a los espíritus, etcétera.
Adivino: Persona que predice lo futuro o descubre lo oculto, por medio de agüeros o sortilegios.
Adivino: Persona que predice lo futuro o descubre lo oculto, por medio de agüeros o sortilegios.
Trabajo:
Preparación por medio de poderes sobrenaturales de una persona para
protegerla o para perjudicarla, y de una cosa para usarla como amuleto.
Amarre: Encantamiento para asegurar que alguien quede enamorado y sujeto a la voluntad y arbitrio de otra persona.
Fuente: Diccionario de la Real Academia Española
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