Doroteo Arango es recordado en los libros de historia de México como uno de los protagonistas de la Revolución; pero para los habitantes del noreste del país y de una zona específica de Texas representa una imagen idolatrada.
Zapata, Texas. Aunque este pueblo de Estados Unidos lleva como nombre el apellido del Caudillo del Sur, el revolucionario mexicano más conocido aquí es Pancho Villa, a cuyo espíritu la gente cuando se encuentra en apuros, le reza tres Padres Nuestros y tres Aves Marías, después de una oración especial dedicada a él:
“Querido hermano,
tú que supiste vencer
a tus más fieros enemigos,
haz que triunfe en mis más difíciles
empresas.
Me socorras en mi negocio y penalidades;
a ti invoco de todo corazón,
así pues, te sirvas darme valor,
tú que fuiste guía de los desamparados y sufridos,
dadme tu pensamiento y tu osadía.
Así sea”.
En Zapata, Texas, los creyentes en el poder milagroso de Pancho Villa
cuentan con ésta oración impresa en papiros y pergaminos, con
escapularios, con velas y con agua de colonia para rendirle culto, tal y
como lo hacen con otros santos de la iglesia católica. La fe hacia el
héroe nacional mexicano recorre más pueblos y ciudades texanas, pero es
en México donde el espiritismo es visto cada vez con menor rareza.
“Cuando empecé a hacer las figuras de la santa Muerte, la gente me
pidió que hiciera también de Pancho Villa porque según que era más
milagroso y que también los ayudaba mucho en lo que les pedían”, comenta
Margarita Elizondo, artesana de Díaz Ordaz, un municipio de Tamaulipas
que se encuentra entre Reynosa y Nuevo Laredo.
Margarita hace con sus manos delgadas y largas unas figuras de Pancho
Villa que miden 2 metros de altura y pesan 800 kilogramos. Para
erigirlas usa cemento, varilla y yeso. Una vez acabadas las ofrece a la
orilla de la carretera en 2 mil 500 pesos. En los últimos meses, según
cuenta, los Pancho Villa se venden más que la Santa Muerte.
“Parece que es porque han llegado muchos soldados y mucho Ejército y
aquí eso no gusta tanto, usted sabe, y como se dice que Villa protege a
la gente de los soldados, pues parece que por eso se está vendiendo
tanto”.
Desde el inicio del mandato de Felipe Calderón la franja que va de
Reynosa a Nuevo Laredo se ha convertido en uno de los principales
frentes de la guerra declarada por el gobierno contra el crimen
organizado.
Estampitas con la imagen de la Santa Muerte y altares en honor de
ella son encontrados comúnmente por los federales al allanar casas
particulares y de seguridad que usan los narcotraficantes.
Las imágenes de Pancho Villa, aunque en menor medida, también suelen aparecer
Así como algunos profesionistas, obreros y empresarios lo hacen, la
mafia de esta región del noreste del país, se encomienda a ambos. De
hecho, algunas de las recientes mantas con mensajes del narco, han sido
colocadas en estatuas públicas de Pancho Villa o plazas que llevan su
nombre.
Ella no es devota del bandolero que se convirtió en general de la
Revolución de 1910. Margarita empezó a crear figuras de él para ganarse
la vida, luego de divorciarse hace 5 años. Pero aunque no es devota de
Villa dice que le consta que éste es milagroso porque varios conocidos
le han contado los que les ha realizado y porque “los libros también
dicen”.
Francisco Villa —quien en realidad se llamaba Doroteo Arango— fue
asesinado el 20 de julio de 1923 en una emboscada en la que recibió 47
balazos.
El origen del espiritismo en torno a él es atribuido en algunos
estudios al hecho de que el cuerpo de Villa desapareció de su tumba en
Parral, Chihuahua. “Lo que se dice es que anda por aquí ayudando a la
gente que se lo pide. Que se salió de su tumba para ayudar”, explica
Margarita.
De acuerdo con investigaciones históricas, la desaparición del cuerpo
se debió a una profanación hecha por militares mexicanos que habrían
vendido la cabeza del revolucionario al gobierno de los Estados Unidos.
Incluso, el año pasado un grupo de estudiantes mexicoamericanos pidió
que el gobierno de nuestro país reclamara a los Estados Unidos la
devolución de la cabeza de Villa, la cual, según sus propias
indagaciones, formaría parte de la colección de cráneos de la sociedad Skull and Bones de Yale.
Uno de los clientes que le compran figuras de Pancho Villa a
Margarita es un joven treintañero de Monterrey que se fue hace cuatro
años a Nuevo Laredo a poner un negocio. Pide que se le identifique
solamente como Andrés y se asume como un espiritista que se encarga de
asesorar a la gente en el culto a la Santa Muerte y a Pancho Villa.
“Lo que yo hago es muy sencillo. Hay personas que tienen algún
problema, como un familiar en la cárcel o tuvieron algún accidente, o
algún problema con la ley, y quieren salir adelante, entonces lo que yo
hago es comentarles los rezos y las ofrendas que se pueden hacer por
ellos y por sus familiares, y después de que aceptan yo me ofrezco a
hacérselos”, explica.
La entrevista con Andrés fue en un pequeño camposanto dedicado a la Santa Muerte, justo en la entrada a Nuevo Laredo.
Existen por lo menos una docena de ritos que practica Andrés con la
figura de Pancho Villa y por los cuales cobra entre mil y 2 mil pesos.
No revela en qué consisten estos porque asegura que después pueden dejar
de ser milagrosos en cuanto empiezan a ser divulgados. El único del que
habla es el de la copa de tequila que se coloca frente a una vela y a
una imagen del Centauro del Norte, como se conoció a Villa. Después de
colocar el pequeño altar, el creyente debe hacer la petición. Si Villa
se bebe el tequila de la copa, la petición se concederá.
Lo que parece no conocer es la razón por la cual hay que dejarle una
copa de tequila como ofrenda, sobretodo cuando investigaciones
biográficas como la hecha por Paco Ignacio Taibo II, revelan que a “San
Pancho Villa” no le gustaba el alcohol.
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