El Libro secreto de los Ángeles.
El libro de los ángeles, mejor dicho, el libro secreto de los ángeles, es uno de los manuscritos esotéricos más extraños y controvertidos de la edad media. El título completo de la obra es Angelous ael Sabastu, y está dividido en trece libros menores, de los cuales sólo sobreviven dos: el libro segundo (De rerum Angelicae) y el libro decimotercero (Convocatio et gaudere); e incluso éstos sólo se han conservado parcialmente.
La historia de este manuscrito es un verdadero desafío para historiadores y bibliófilos, ya que son pocos los autores que llegan a citarlo en sus propias obras. Durante la inquisición, sólo el nigromante Leonardo diGugglielmo cita algunos pasajes del Libro de los Ángeles; y debieron pasar más de trescientos años hasta que otro autor, también adepto a las artes mágicas y conocido con el seudónimo de Eliphas Levi (Alphonse Louis Constant), publicase alguna escueta referencia a nuestro misterioso libro de los ángeles.
El origen del Libro de los Ángeles.
Se cree que el manuscrito fue escrito por alguna orden monástica, posiblemente por los monjes benedictinos, a comienzos del siglo XIII. Pero de hecho, el texto no presenta ninguna referencia temporal, y la presunción de que pertenece a esa época está ligada al estudio de las lenguas, ya que a lo largo de todo el texto pueden verse algunas costumbres que los copistas de aquel siglo solían emplear en las marginalia, las cuales son una serie de pequeñas anotaciones que los monjes medievales solían adosar en los márgenes del libro que copiaban. Para que tengan una idea de cómo eran estas notas al márgen, observen esta imagen del Códex Emilianensis.
De los libros perdidos poco se sabe; sólo algunas fragmentarias referencias en tres catálogos del siglo XIX, los cuales enumeran las adquisiciones hechas por la biblioteca del diplomático François Ducasse, padre del conocido Conde de Latréamont, de quien, dicho sea de paso, se sospechaba que dedicaba sus noches a elaborar extraños conjuros y hechizos.
El Misterio detrás del Título.
El título del libro ya presenta una gran dificultad, ya que Angelous ael Sabastu es una frase ambigua que solía utilizarse entre los magos medievales. Lo misterioso del asunto radica en que la frase puede leerse de cuatro maneras, y todas significan cosas distintas.
Angelous ael Sabastu significa “Los ángeles poseen el secreto”, Angelous es una deformación de la palabra latina Angelus, “ael” es un vocablo asirio, cuyo significado depende de su ubicación dentro de una frase, ya que puede significar “manuscrito” (en realidad, “tabla”, ya que en ellas escribían los pueblos mesopotámicos), “posesión” y “sufrimiento”. La palabra Sabastu es definitivamente sumeria, y significa “susurro, secreto, algo que debe comunicarse en voz baja”.
Si leemos la frase de derecha a izquierda significa: “Posee el secreto de los ángeles”. Finalmente, la última lectura literal que puede hacerse del título es en estilo encriptado, es decir, las oraciones comienzan en las palabras escritas en minúscula siguiendo hacia la derecha, y saltando desde allí hacia la primera palabra escrita en mayúscula a la izquierda; dando como resultado: "El Libro secreto de los ángeles".
Significado oculto del Título:
Hasta ahora, sólo hemos dado las tres lecturas literales que pueden hacerse del título, sin embargo existe una cuarta, tal vez la más inquietante de todas. Para realizarla hay que utilizar una herramienta dialéctica llamada interiectio imperati, la cual consiste en tomar todas las variantes descubiertas y aplicar una lectura cabalística, es decir, leyendo las letras como si fueran números primos, y buscando un paralelo en diferentes alfabetos hasta encontrar uno que nos devuelva una frase coherente. En este caso, el alfabeto secreto utilizado para el título del manuscrito es el latino, y su resultado final es, aproximativamente:
"Existe un Secreto para poseer a los Mensajeros, el Secreto es Uno y descansa en este manuscrito".
La Magia de los Ángeles.
Los manuscritos sobrevivientes están divididos en dos partes: ambos poseen una pequeña introducción a diversas historias y leyendas sobre ángeles, las cuales presentan cierto parecido con algunas tradiciones sumerias que contienen un fuerte simbolismo esotérico, y luego se entra de lleno en la magia ceremonial, para la que se dan completos detalles sobre cómo invocar y someter la voluntad de los ángeles, tanto la de los ángeles de luz como los de las tinieblas.
Pero las intrucciones para invocar a los ángeles no son caprichosas, ni están libradas a los deseos del convocante, ya que todos los rituales tienen que ver con el sexo; es decir, se dan precisiones sobre cómo utilizar a los ángeles como medio para conquistar a una persona.
Si el mago elige utilizar a los ángeles de la luz, los hechizos son de amor, y no intentan quebrar el libre albedrío de la persona amada. Pero si el oficiante decide utilizar los conjuros para invocar a los ángeles de las tinieblas, los hechizos son puramente sexuales, y están pensados para someter, no para enamorar: Su vehículo principal es la conquista mediante la invasión de ideas y fantasías sexuales que el mago envía hacia determinada persona, la cual, tarde o temprano, se rendirá ante la insistencia de los embates psíquicos.
La traducción de los mantras y rituales con los que supuestamente pueden invocarse a los ángeles están escritos en latín vulgar, lo cual nos permite realizar una traducción bastante confiable. Esperamos poder publicar pronto algunos de estos extraños rituales. Hasta ahora, sólo hemos podido traducir tres pequeños fragmentos de las leyendas previas, las cuales he decidido colocar en las galerías de imágenes de ángeles, muy a pesar de las sugerencias de Aelfwine, quien prefería dedicarles un lugar aparte dentro del Espejo Gótico; pero sentí que, al ser demasiado breves, no aportaban mucho como para darles un lugar propio.
Invocación de los Ángeles.
Esta es, a mi entender, la parte más atractiva y misteriosa del libro de los ángeles. La mayor parte de de los rituales mágicos se dan en el libro XII, Convocatio et Gaudere, que significa “Llámalos y obtén placer”. Los rituales aquí descriptos se basan en la magia sexual, y en la invocación de íncubos y súcubos, los cuales son una especie de seres que viven y se alimentan de la energía sexual, con los que puede mantenerse relaciones sexuales; pero cuya función principal consiste en ayudar a los mortales a disfrutar de todas las posibilidades del sexo, incluyendo la creación de amutetos, talismanes y filtros mágicos tendientes a lograr que determinada persona sienta un irrefrenable impulso sexual hacia el practicante.
En el libro XII hay siete rituales de magia sexual, siete mantras de invocación y sometimiento (cuatro para dominar a los ángeles, y tres para someter la voluntad del ser amado), siete ceremonias para la creación de amuletos y talismanes de atracción sexual, y siete conjuros para invocar ángeles (cuatro para convocar a los ángeles de la luz y tres para los ángeles oscuros: íncubos y súcubos).
La mayoría de los rituales son bastante simples de realizar, ya que el manuscrito no sugiere la utilización de plantas y hierbas extrañas, ni de enormes calderos hirviendo con los restos de animales imposibles de encontrar, tanto para nosotros como para las pobres brujas medievales.
Casi todos los conjuros y hechizos se focalizan en la correcta utilización de palabras y frases mágicas, que deben realizarse en momentos muy precisos del día, y durante determinadas fases lunares.
En lo posible, intentaré traducir un hechizo por semana. La idea es publicar un hechizo de amor, uno sexual, uno sobre la creación de amuletos sexuales, ,y uno sobre invocación de ángeles; aunque claro, todo depende de que el tema les interese.
Sobre los Hechizos y la Magia Sexual.
Ya que esta es mi primera entrada para el Espejo, aprovecho para dejar en claro que todos los rituales mágicos, hechizos de amor y conjuros que publique en el futuro, son traducciones hechas por mí; al igual que todo lo publicado sobre El Libro de los Ángeles.
Siempre fui una apasionada de todo lo relacionado con la magia y el esoterismo; y por experiencia personal, les sugiero que nunca inicien una actividad relacionada con la invocación, y menos cuando se trata de ángeles. Una cosa es elevar una plegaria y un pedido, y otra muy distinta es intentar controlar fuerzas que están más allá de toda voluntad humana.
Mi espacio dentro de este blog tiene que ver con mi pasión, y aunque la magia rodea casi todos los aspectos de mi vida, no pretendo enseñar ni practicar la docencia en este campo. Simplemente fui convocada por la larga amistad que comparto con Aelfwine, y porque se me prometió absoluta libertad para tratar los temas que desee. Mi actividad profesional no tiene nada que ver con la magia, aunque sí confieso que el amor por el Ocultismo me ha llevado a desarrollarme posteriormente como filóloga y lingüista.
Sobre los peligros que encierra la magia sexual hablaré en su debido tiempo. No me preocupa que los hechizos que pronto publicaremos sean peligrosos, ya que para comprender en profundidad la dura tarea que el oficiante tiene por delante, es necesario poseer vastos conocimientos sobre simbolismo, métodos de respiración, lenguas antiguas y, fundamentalmente, lo que los antiguos druidas celtas llamaban: eaguinea, es decir, dominio de la voluntad. Por lo tanto, quien utilice estos conjuros, mantras y hechizos, siguiendo un estúpido afán de control sobre los demás, sólo logrará coronar sus esfuerzos con el fracaso.
Cuando los hechizos sean de amor, y no quiebren el libre albedrío de los demás, daremos cuenta de todos sus detalles en profundidad, ya que los conjuros de amor no perjudican ni al oficiante ni a la persona que se quiere conquistar.
El Libro de las Sombras.
El Libro de las Sombras es uno de los manuscritos que más desafíos plantea para el amante del ocultismo y las ciencias esotéricas; ya que está plagado de enigmas y de extrañas referencias a libros que, o bien están perdidos, o nunca fueron escritos. De sus doce volúmenes originales sólo sobreviven seis, encuadernados en diferentes tipos de cuero, y todos con la misma cantidad inquietante de páginas: 666.
El Nombre Secreto.
El misterioso manuscrito tiene su origen en Praga, ciudad capital de la magia y el ocultismo; y en dónde los más tenebrosos nigromantes de la edad media y el romanticismo encontraron un refugio ideal para sus mórbidas reflexiones.
El nombre original de la obra es Iah Ashgùl Teth Nùbbhra, que en sumerio significa "El Libro de los que se agitan en las Sombras", aunque dentro de los círculos esotéricos de la época victoriana simplemente se lo denominaba: El Libro de las Sombras.
Todas sus páginas están escritas en código, y durante muchos años sus secretos permanecieron en el terreno de las conjeturas. El estudio de otras obras esotéricas asociadas al Libro de las Sombras hace evidente que muchos iniciados en la magia ceremonial conocieron, y de hecho, llevaron adelante una gran cantidad de experiencias basándose en sus consejos.
Pero no fue hasta 1763 en dónde los recónditos secretos del manuscrito vieron la luz más allá de los laboratorios de los iniciados. William Andrew Lang, quien realizaba un estudio sobre la vida del rey Olaf Haraldsson, insólitamente se topó con un abandonado pergamino en las catacumbas de la catedral de Nidaros, en Noruega; en donde se daban extensos detalles sobre la decodificación de un antiguo dialecto secreto, utilizado por los monjes escandinavos en sus estudios sobre astronomía y diversas actividades prohibidas para los hombres de fe.
Aquel pergamino sería la clave para la decodificación del Libro de las Sombras. Nos encantaría extendernos sobre lo fascinante que es la lectura de este código, pero nuestra idea es hablar sobre los misterios que esconde el libro y no sobre cómo esos misterios pueden leerse.
Para dar una noción general sobre el código, diremos que está escrito en griego, más precisamente en un dialecto helénico hablado en Acadia, y consiste en la interposición de dos sílabas griegas con una árabe; haciendo al texto poco menos que impenetrable, ya que carece de vocales físicas, y sus consonantes son numéricas, es decir, no están implícitas en el texto, sino que surgen a través del análisis comparativo de los valores numéricos de las sílabas griegas y árabes.
Pasaron más de sesenta años hasta que otro especialista se abocara a los estudios de Lang, el lingüista Eothar M. Istvanolov.
Cierta tarde, paseando por las lúgubres calles del barrio hebreo de Praga, Istvanolov ingresó en la casa de un anticuario, el cual había fallecido recientemente, y cuyas pertenencias estaban siendo rematadas por sus familiares. Allí, el lingüista reparó en una serie de extraños libros. En una de sus cartas, Istvanolov comenta que la anciana esposa del anticuario le vendió los seis libros a un precio irrisorio, afirmando que nada valían unos libros que no podían leerse.
Basándose en los estudios de Lang, Istvanolov se sumergió obsesivamente en el estudio del Libro de las Sombras, pasión que lo llevaría, eventualmente, a la locura y al suicidio.
Cada uno de los seis volúmenes habla de los Círculos de la Oscuridad, como si se tratase de un círculo descendente hacia el mal absoluto, el cual, afortunadamente, estaría descrito en los seis libros perdidos. De todos modos, lo que sobrevive es la imagen del horror encarnado en un libro. De más está decir que nunca he tenido aquellos volúmenes en mis manos. Mi acercamiento al texto está conectado con las traducciones que el propio Istvanolov dejó en sus notas, las cuales son ya un corpus considerable.
Los Doce Círculos de la Oscuridad.
Los Doce Círculos son iniciaciones, preparativos previos para la gran transformación en la mente del oficiante. Cada libro es un escalón que conecta con otro libro, ya que el saber de las ciencias esotéricas nunca se oculta en un sólo texto. El conocimiento es ascendente: primero aprendemos las letras y luego aprendemos a formar oraciones. Con los hechizos, conjuros, y demás trabajos esotéricos de Alta Magia sucede lo mismo. El Libro de las Sombras posee seis claves de las doce originales, y cada una es en sí misma un comienzo y un final; es decir, quien sólo pueda leer en sus páginas un compendio del saber esotérico sólo podrá utilizar ese saber sin poder acceder a las vertientes que el mismo libro propone. Todos los hechizos del Libro de las Sombras pueden realizarse individualmente, pero quien se atreva a conectar esos hechizos con los restantes libros mágicos se expone, como en el caso de Istvanolov, al tormento más espantoso.
Las Doce Llaves.
En su juventud, el mitólogo Max Müller intentó encontrar las conexiones del Libro de las Sombras con el resto de los manuscritos esotéricos, y descubrió que: aplicando una lectura aleatoria, cada página impar comienza con un valor numérico que simboliza la palabra babilónica Vathar, que significa "bifurcación". Ahora bien, era común en la edad media que muchos textos incluyeran distintos tratados, todos en un mismo volúmen, en cuyo final los copistas redactaban la palabra "bifurcatio", lo que indicaba que ese manuscrito concluía en otra parte. Müller, estimulado por su descubrimiento, continuó su análisis y terminó encontrando un extraño método en las páginas del Libro de las Sombras: Así como las páginas impares comenzaban con la palabra Vathar, las páginas pares comenzaban todas con otro vocablo babilónico: Inna, que significa: "acumulación, saber, conocimiento"; y terminaban con la abreviatura del título de seis obras, todas ellas esotéricas:
Libro Primero-Agnù Estelea Dùmmath.
Escrito por el astrónomo Bael Ben Shamuah, en Damasco, 544 d.C.
Libro segundo-Ut Maeg Agmash.
Autor anónimo, fechado en Ítaca, alrededor del sigo II d.C.
Libro Tercero-Pulvis et Umbra.
Por el nigromante romano Praetor Óptimo Celino, año 55 a.C.
Libro Cuarto-Geständnis eines gotischen Mönchs
Anónimo, 1238.
Libro Quinto-Prima lunaris Mortem perpetua.
Escrito por el abad benedictino Enrico Ulter Eothar, 1117.
Libro sexto-Lothrann muth al Icegh Tamnath.
Al Kuwarizimi, Bagdad, 833 d.C. En este autor se basó Lovecraft para encarnar al árabe loco que escribió el Necronomicón.
Ahora bien, El Libro de las Sombras actúa como una introducción a estos otros libros esotéricos, cuya funcionalidad sigue siendo independiente, pero que adquieren una nueva dimensión con los consejos e indicaciones que se dan con el método de Müller.
Sin el Libro de las Sombras todo aquel saber oculto permanecería en el olvido más vulgar, conminado al destierro sólo por contener una sabiduría que contradice el orden establecido por la ciencia ortodoxa.
Los Seis Caminos de la Oscuridad.
Los seis volúmenes que sobreviven son el nexo para:
1-El conocimiento mágico de las revoluciones estelares.
2-El Poder de crear espectros y fantasmas con el pensamiento, y que estos, a pesar de que su existencia no supera las 72 hs, puedan servir a su creador en diferentes tareas, las cuales se reducen casi siempre a variantes de una misma: ingresar en el lecho de una persona a la que se quiere enamorar, y susurrarle al oído mientras duerme aquellos conjuros y palabras mágicas que culminarán con un absoluto sometimiento de la voluntad.
3-El poder de la Ilusión: Este tipo de hechizo tiene como fin una distorsión de la realidad percibida por un tercero, y cuya finalidad radica en que el Iniciado pueda mostrarse bajo diferentes rostros y formas, las cuales sólo adquieren realidad para el hechizado.
4-El Poder del Reconocimiento. Sirve para que quien se inicia en los trabajos esotéricos de magia oscura pueda reconocer a otros Iniciados de su mismo nivel.
5-Poder sexual: Provee al mago de un atractivo irresistible, el cual puede ser canalizado hacia una persona en particular. Casi siempre se lo utilizaba para atraer a una mujer u hombre en aquellos rituales esotéricos en los que se requería la realización de diversos actos sexuales, en general poco convencionales. Muchos brujos y brujas lo utilizaban simplemente para satisfacer sus instintos sexuales cuando llegaban a la senectud.
6-El poder de la Noche. En estos rituales están basados casi todas las primeras leyendas sobre vampiros. El Ritual de la Noche permite al mago observar la verdadera realidad de la oscuridad nocturna, convirtiéndose él mismo en una criatura de la noche. Por lo general, cuando los viejos magos llegaban a la ancianidad más decrépita, llevaban a cabo este ritual, el cual dotaba de una increíble vitalidad al brujo. Este complejo ritual esotérico tenía lugar después de haber recorrido todos los círculos anteriores, y tenía un precio ciertamente alto: Vivir sólo de noche, huyendo hacia las oscuras catacumbas o lóbregos sótanos cuando el sol estallaba en el este, y algo peor, mantener una existencia motivada por un sólo anhelo, sólo un deseo que carcomía la voluntad del más temerario: Beber la sangre de los humanos.
El Espejo Mágico.
Con el tiempo, seguramente daremos cuenta de algunos detalles sobre los conjuros, trabajos y hechizos del Libro de las Sombras. Lamentablemente, mis conocimientos del griego son inexistentes, por lo que me manejaré con las traducciones de Crowley y Istvanolov. He intentado que Aelfwine aportara sus conocimientos del griego, los cuales, dicho sea de paso, no son mucho mejores que los míos, pero me aseguró que después de su última experiencia traduciendo el De Aspectivus, de donde pretendía sacar algunas reflexiones hechas por Alhazen sobre la magia de los espejos, ha saciado su apetito por el griego, al menos por lo que resta del año.
Quiero aprovechar para agradecer a todos los que me escribieron dándome la bienvenida al Espejo Gótico. Confieso que pensaba que estos temas no le interesaban a nadie más que a nosotros, pero veo que hay muchos pequeños brujos y brujas dando vuelta entre nosotros, lo cual es enormemente gratificante.
Casi siempre, por no decir siempre, las web que se dedican a lo esotérico o lo sobrenatural, están escritas (o financiadas) por muy respetables ancianas, las cuales asocian la magia ritual a la estupidez más abyecta. En este caso, nuestra intención es darle al ocultismo la seriedad que se merece: publicando nuestras propias traducciones de conjuros y hechizos que tengan algún valor histórico.
Antes de publicar esta entrada, he peregrinado buscando si alguien más había escrito algo medianamente histórico sobre El Libro de las Sombras. Afortunadamente, sólo encontré más de lo mismo: gente que ha inhalado demasiados saumerios.
El Libro de los Vampiros.
Varios de ustedes ya deben estar enterados del caso, especialmente aquellos que viven en Buenos Aires y en los pueblos circundantes. Para mí, lo mórbido del asunto radica en que yo conocí personalmente a Franco, y nunca, ni en mis sueños más exaltados, pude imaginar que en su alma se agitasen semejantes fantasmas.
Para quien tenga la voluntad de hacerlo dejo a continuación algunas de las notas que pude copiar de los originales, los cuales están en poder de la policía, naturalmente. Fue una tarea difícil traducir los garabatos de Franco, ya que es evidente que cuando los escribió ya padecía de severas alucinaciones.
Aquí está el Diario de los últimos días de mi amigo.
Jueves. Noche.
El silencio era mi compañía, y los libros, claro; siempre los libros.
Mi felicidad adquiere muy pocas formas, y una de ellas es la lectura. Supongo que en un mundo como el nuestro, cada vez menos gente siente ese cariño por los libros, y no hablo de la lectura en su totalidad; generalidad inconcebible que abarca hasta las indicaciones de un prosaico jabón en polvo, sino de la lectura de libros, del libro como rostro de la felicidad.
Hace algunos años heredé la biblioteca de mi abuelo, el cual poseía algunas primeras ediciones, nada demasiado notable, me temo; pero en cuya inmensidad me había sumergido durante mis primeras exploraciones literarias.
Recibí los textos en mi hogar, y pronto comencé a deambular por aquellos parajes conocidos, que sin embargo habían adquirido con los años algunos matices nuevos, tersuras que no había sospechado en mi juventud. Así fue como dí con el Libro de los Vampiros.
Estoy seguro que el abuelo lo adquirió en los años posteriores a mi partida, ya que de otra manera lo hubiese reconocido: Lomo negro, cinco anillos, cuero de Tesalia, oscuro y duro como la cima del Parnaso, y en la tapa, un rostro, la viva imagen de mis pesadillas.
Esperaré al fin de semana para estudiarlo, no quiero que nada importune ese momento de profunda intimidad que es la lectura. El sólo pensar en devanar sus páginas me produce un vértigo casi patológico; casi me atrevo a afirmar que la aguda puntada que siento en el estómago, es producto del placer anticipado de su lectura.
Viernes. Crepúsculo.
Me senté frente al libro, con una taza de café y un bloc de notas para ir desgranando mis observaciones, tarea en la que suelo dar algunos atisbos de astucia mal encauzada. Nada, ni siquiera la lectura de los más abominables grimorios medievales, iban a prepararme para los horrores que contemplé en sus páginas.
La primera página impresa contenía unos caracteres que no me resultaron extraños, eran abreviaturas, pero no del latín vulgar, como suele ocurrir en estos casos, sino de un dialecto, muy utilizado por los monjes italianos del siglo XII para comunicarse con los copistas enviados por los países nórdicos, pero poco conocido en las escrituras encriptadas de siglos posteriores, llamado la Teufalia.
En esta página se hacían ciertas advertencias al lector, sobre cómo se debía actuar en caso de caer en las manos del clero, o aún peor, en las de su brazo armado, la Santa Inquisición.
La primera prueba impuesta al iniciado era el desarraigo de las cuestiones mundanas, razón por la cual, se imponía como prueba de valor realizar un crimen, cuyas particularidades consistían en estirar el sufrimiento de la víctima hasta los límites del infierno. Mis ojos no daban crédito a lo que veían: allí se daban instrucciones precisas sobre como dilatar las agonías del envenenamiento durante años, incluso décadas.
¿Qué macabra voluntad es capaz de contemplar los horribles estertores durante años, los gritos lastimeros, agónicos, y sin embargo seguir suministrando a la víctima las dósis necesarias para que sufra indeciblemente, pero negándole el placer de una capitulación?
La sola lectura de ese texto diabólico era nauseabunda en extremo, de sus páginas se desprendían las más horribles pesadillas que un hombre puede concebir. De todas maneras, y pido perdón a Dios por ello, sus hedores tenían algo de narcótico, algo persuasivo que impulsaba hacia adelante, a seguir sin importar qué nuevas formas del horror nos depararían las siguientes páginas.
Ya bien entrada la madrugada, cerré el libro, agotado, con un agudo palpitar en el estómago.
Sábado. Alguna hora de la Oscuridad.
No sé que extraña fuerza me atenaza, pero no pude tocar el libro mientras el sol estaba alto en el cielo. Supongo que debo estar ciertamente sugestionado, y no es para menos. No sé qué me atemoriza más, si mi atracción hacia el manuscrito, o mi absoluta ausencia de pesadillas durante la noche posterior a su lectura.
Los dolores de estómago ceden durante la lectura del texto.
Comencé la lectura en esa hora incierta que precede a la aurora.
En los nuevos capítulos anidan nuevos fantasmas. Al parecer, el manuscrito es, después de todo, una versión de un grimorio desaparecido, posiblemente relacionado con el Códex Seraphinianus, pero anterior al Petit Albert. Ya se vislumbra la sombra de los vampiros, sus indicaciones son precisas, quirúrgicas. Cada vez me convenzo más de que ninguna mano humana ha podido esgrimir semejante lienzo de espantos.
No. La Respuesta hay que buscarla en otro lado.
La segunda parte de la iniciación consiste en la profanación de tumbas, tarea atroz que es descrita con toda minuciosidad.
Es necesaria la carne impura de un pariente de sangre para realizar el ritual, cuya lectura pretendo finalizar antes de mañana.
Domingo. Noche.
La verdad me ha iluminado con un resplandor cegador. Las últimas páginas hablan de pasión, de sangre; hablan del despertar a una nueva realidad.
Tiene que ser cierto. Todo es demasiado coherente para enmascarar un fraude. El abuelo bien lo sabía, y la abuela...bueno, la abuela ha sido un elemento necesario, vital, de la Gran Obra.
Dejo un breve fragmento para que entiendas, Sebastián, que las palabras no son frías expresiones de la mente humana, sino de algo más:
"...Así como el Salvador vierte su sangre divina para purificar al mundo, nosotros vertimos la nuestra para concebir a nuestros hermanos; y Él, hijo del cielo, que convirtió a los hombres en sagrados mediante su sacrificio, nosotros, os santificamos con nuestro sublime amor, cuya naturaleza consiste en alejar a los hombres de las garras de la fe. No huiremos, ni rehusaremos de nuestra esencia. Nuestro señorío permanece en las sombras, más no nos ocultamos, vivimos entre el ganado, entre el latir de vuestros corazones, entre las revoluciones que se agitan en vuestras venas, cáliz de vuestros espíritus efímeros e informes. Escuchad nuestro llamado y abrid los ojos a la Noche Eterna, nuestra tierna Madre os espera para arroparos con su manto de sutil ternura, de caricias que no conocen la vergüenza. Escuchad nuestro susurro en las cortinas de la habitación, en el viento que agita los árboles, en la sombra furtiva que se escapa a vuestros ojos, pero que palpita en vuestros espíritus con la intensidad de la realidad más tangible. Escuchad el llamado, Ella os espera..."
El cementerio está cerca...la piel que envuelve este cuerpo humano pronto será un velo para la otra naturaleza, aquella que palpita en mis venas con una pulsión irrefrenable.
No hay nada más para escribir, no tengo palabras, Sebastián, no hay herramientas en ninguna lengua humana que puedan expresar este fuego en los labios, esta necesidad de vida, de sentir el terciopelo de un ignoto cuello estallar bajo mis colmillos.
Me despido, el Libro es tuyo, para quemarlo...o para leerlo, y unirte a nosotros.
Tu Amigo, Franco.
El resto pertenece a las noticias policiales, las cuales han dedicado algunas líneas a esta pequeña tragedia, y nada más. El mundo jamás se sacia de horrores.
Para completar algunos detalles oscuros del relato, diré que Franco violentó la bóveda donde descansaban los restos familiares y practicó allí sus rituales, los cuales, por prudencia, prefiero omitir.
Los forenses, quienes debieron primero probar que los restos que aún se conservaban pertenecían a los abuelos de mi amigo, han logrado abrir un nuevo sumario sobre el que nada se sabía antes de esta pesadilla. Al parecer, en el cadáver de la abuela de Franco, Martina Chialvino, se han encontrado restos de algo que bien pueden ser las secuelas de un cáncer óseo (del que nunca tuvimos conocimiento), o los residuos de la ingesta prolongada de ciertas sustancias tóxicas.
De Franco, no sabemos nada; después de profanar el sepulcro familiar ha desaparecido. La policía confía en atraparlo pronto.
Sobre el Libro de los Vampiros no puedo decir mucho, ya que no pude encontrar ningún manuscrito que coincida con la descripción que se da en el Diario de mi difunto amigo.
Por estos días me estoy hospedando en la casa de Franco, hasta terminar con las tediosas e interminables tareas burocráticas que suelen rodear a la muerte de un hombre joven. Reconozco que durante las noches tengo miedo, imagino que en cualquier momento oiré sus pasos acercándose a mi habitación; pero a decir verdad, lo que más me preocupa no son los pasos de mi amigo, ni El Libro de los Vampiros, ni las profanaciones ni los espectros, sino este curioso y punzante dolor de estómago, que coincidió con el inicio de estos horrores, y que cada día comienza a duplicar su violencia.
Tras la pista del Memento Umbrarum.
Por Atenea Helenaus.
El estudio del Memento Umbrarum ha sido una de las experiencias más absorbentes y obsesivas que he vivido. No podría afirmar que sus secretos hayan sido definitivamente aclarados, no soy tan ingenua ni vanidosa como para pensarlo, pero sí creo que hemos aclarado varios puntos oscuros sobre la historia, las creencias, y, fundamentalmente, con la magia y el ocultismo relacionado con los vampiros.
Se debatió mucho sobre la publicación de este artículo, ya que, de hacerlo, debíamos proveer al lector no sólo de citas, sino de referencias concretas sobre los rituales, y, eventualmente, la transcripción, al menos parcial, de los sombríos ritos que allí se describen. Tras una reflexión detenida, pensamos que lo mejor era someter nuestras investigaciones a otros especialistas, y recién ahí publicarlas en Los Otros Vampiros y El Espejo Gótico. Así lo hemos hecho, y gracias a la colaboración de Emilia Gabriela Serrano, profesora de lingüística y estudiosa del simbolismo esotérico, cuyo aporte en la decodificación de los pasajes latinos encriptados ha sido tan oportuna como fundamental; y a Rodrigo Solano Achia, especialista en manuscritos medievales, finalmente hemos podido redactar este informe con mayor confianza y precisión.
Trágicamente, este estudio ha sido dividido en varias partes, sobre todo por cuestiones de espacio. Hoy sólo daremos una introducción al misterioso Memento Umbrarum, y más adelante entraremos de lleno en los sombríos rituales e invocaciones de vampiros.
Aún se nos plantea la duda sobre si debemos o no publicar los rituales completos. En lo personal, pienso que no es aconsejable realizar estas invocaciones sin el debido conocimiento de las consecuencias a las que se expone el oficiante. Por otro lado, Aelfwine, basándose en lo que el mismo libro afirma, opina que los ritos son inofensivos si quien los practica no tiene real conciencia de lo que hace. Es decir, la repetición fonética de las palabras invocatorias, y aún la reproducción idéntica de los pormenores del ritual, no son un peligro en sí mismos, ya que lo necesario en esta clase de ceremonias es la comprensión cabal de lo que se está realizando.
De todos modos, nos reservaremos algunos detalles de cada ritual, evitando que la imprudencia de algunos tenga consecuencias irreversibles. Quien ya conozca sobre simbolismo esotérico, y, sobre todo, esté familiarizado con las diversas clases de resistencias que se oponen al oficiante, sabrá como eludir las lagunas que intencionalmente hemos dejado en todos los ritos.
Primer encuentro con el Memento Umbrarum.
Una biblioteca no sólo es un sitio donde puede encontrarse el conocimiento, sino también un excelente lugar donde esconderlo. Así parecen atestiguarlo cientos de polvorientos manuscritos en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.
Mi primer encuentro con el libro fue durante una expedición a la biblioteca. En aquella ocasión buscaba referencias sobre el Memorabilia Ambulans, del que ya hemos dado un pequeño extracto; cuando noté que en un viejo catálogo aparecía un nombre que me llamó poderosamente la atención: Memento Umbrarum.
Confieso que, en un primer momento, no indagué en la cuestión. Pasaron las semanas, hasta que cierta tarde, mientras debatíamos con Aelfwine, Mirca, y otros miembros del Círculo de Espejo, sobre qué fragmentos del Memorabilia Ambulans íbamos a traducir para el blog, recordé el nombre mencionado en el catálogo y se lo comenté a mis camaradas. Al igual que yo, Aelfwine tampoco había escuchado nada sobre él, lo cual es ya un dato relevante, dado que ha pasado gran parte de su vida entre libros extraños y curiosidades bibliográficas.
Alentados por una creciente curiosidad, decidimos visitar juntos la biblioteca.
La nota integra el catálogo de la biblioteca personal de Esteban Héctor Aramburu (nombre encriptado), con fecha del 12 de febrero de 1934, dos días antes de su muerte, en orden a la donación de su biblioteca personal a la Biblioteca Nacional, tarea encomendada al abogado de la familia Aramburu, el doctor Chiatti. En el catálogo figuran 666 libros donados, aunque sólo 665 llegaron a la biblioteca. El libro faltante, el Memento Umbrarum, desapareció de todos los catálogos hasta 1955. En marzo de ese año, durante una tasación en la ciudad de Rosario, el libro vuelve a aparecer en escena, esta vez bajo una errata intencionada: Mmnt Umbrm.
Aelena, sacerdotiza destacada del Círculo del Espejo en Rosario, el Alter Speculum patrocinun Aelfwinea, bajo la tutela de Aelfwine, inició una serie de pesquisas que resumiremos a continuación de un modo que no exponga a las familias cuyos nombres se han visto involucrados, intencionalmente o no, en esta extraña jornada bibliófila. Todos los nombres han sido modificados, aunque el lector atento, si descubre la sencilla regla de codificación que hemos utilizado, podrá descubrir los nombres reales.
Por Atenea Helenaus.
El estudio del Memento Umbrarum ha sido una de las experiencias más absorbentes y obsesivas que he vivido. No podría afirmar que sus secretos hayan sido definitivamente aclarados, no soy tan ingenua ni vanidosa como para pensarlo, pero sí creo que hemos aclarado varios puntos oscuros sobre la historia, las creencias, y, fundamentalmente, con la magia y el ocultismo relacionado con los vampiros.
Se debatió mucho sobre la publicación de este artículo, ya que, de hacerlo, debíamos proveer al lector no sólo de citas, sino de referencias concretas sobre los rituales, y, eventualmente, la transcripción, al menos parcial, de los sombríos ritos que allí se describen. Tras una reflexión detenida, pensamos que lo mejor era someter nuestras investigaciones a otros especialistas, y recién ahí publicarlas en Los Otros Vampiros y El Espejo Gótico. Así lo hemos hecho, y gracias a la colaboración de Emilia Gabriela Serrano, profesora de lingüística y estudiosa del simbolismo esotérico, cuyo aporte en la decodificación de los pasajes latinos encriptados ha sido tan oportuna como fundamental; y a Rodrigo Solano Achia, especialista en manuscritos medievales, finalmente hemos podido redactar este informe con mayor confianza y precisión.
Trágicamente, este estudio ha sido dividido en varias partes, sobre todo por cuestiones de espacio. Hoy sólo daremos una introducción al misterioso Memento Umbrarum, y más adelante entraremos de lleno en los sombríos rituales e invocaciones de vampiros.
Aún se nos plantea la duda sobre si debemos o no publicar los rituales completos. En lo personal, pienso que no es aconsejable realizar estas invocaciones sin el debido conocimiento de las consecuencias a las que se expone el oficiante. Por otro lado, Aelfwine, basándose en lo que el mismo libro afirma, opina que los ritos son inofensivos si quien los practica no tiene real conciencia de lo que hace. Es decir, la repetición fonética de las palabras invocatorias, y aún la reproducción idéntica de los pormenores del ritual, no son un peligro en sí mismos, ya que lo necesario en esta clase de ceremonias es la comprensión cabal de lo que se está realizando.
De todos modos, nos reservaremos algunos detalles de cada ritual, evitando que la imprudencia de algunos tenga consecuencias irreversibles. Quien ya conozca sobre simbolismo esotérico, y, sobre todo, esté familiarizado con las diversas clases de resistencias que se oponen al oficiante, sabrá como eludir las lagunas que intencionalmente hemos dejado en todos los ritos.
Primer encuentro con el Memento Umbrarum.
Una biblioteca no sólo es un sitio donde puede encontrarse el conocimiento, sino también un excelente lugar donde esconderlo. Así parecen atestiguarlo cientos de polvorientos manuscritos en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.
Mi primer encuentro con el libro fue durante una expedición a la biblioteca. En aquella ocasión buscaba referencias sobre el Memorabilia Ambulans, del que ya hemos dado un pequeño extracto; cuando noté que en un viejo catálogo aparecía un nombre que me llamó poderosamente la atención: Memento Umbrarum.
Confieso que, en un primer momento, no indagué en la cuestión. Pasaron las semanas, hasta que cierta tarde, mientras debatíamos con Aelfwine, Mirca, y otros miembros del Círculo de Espejo, sobre qué fragmentos del Memorabilia Ambulans íbamos a traducir para el blog, recordé el nombre mencionado en el catálogo y se lo comenté a mis camaradas. Al igual que yo, Aelfwine tampoco había escuchado nada sobre él, lo cual es ya un dato relevante, dado que ha pasado gran parte de su vida entre libros extraños y curiosidades bibliográficas.
Alentados por una creciente curiosidad, decidimos visitar juntos la biblioteca.
La nota integra el catálogo de la biblioteca personal de Esteban Héctor Aramburu (nombre encriptado), con fecha del 12 de febrero de 1934, dos días antes de su muerte, en orden a la donación de su biblioteca personal a la Biblioteca Nacional, tarea encomendada al abogado de la familia Aramburu, el doctor Chiatti. En el catálogo figuran 666 libros donados, aunque sólo 665 llegaron a la biblioteca. El libro faltante, el Memento Umbrarum, desapareció de todos los catálogos hasta 1955. En marzo de ese año, durante una tasación en la ciudad de Rosario, el libro vuelve a aparecer en escena, esta vez bajo una errata intencionada: Mmnt Umbrm.
Aelena, sacerdotiza destacada del Círculo del Espejo en Rosario, el Alter Speculum patrocinun Aelfwinea, bajo la tutela de Aelfwine, inició una serie de pesquisas que resumiremos a continuación de un modo que no exponga a las familias cuyos nombres se han visto involucrados, intencionalmente o no, en esta extraña jornada bibliófila. Todos los nombres han sido modificados, aunque el lector atento, si descubre la sencilla regla de codificación que hemos utilizado, podrá descubrir los nombres reales.
- El 12 de febrero de 1934, en plena agonía, E.H. Aramburu se desprende de toda su biblioteca esotérica. Su intención: donar los libros a la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.
- Francisco Chiatti, abogado de los Aramburu, es el encargado de llevar adelante la donación.
- Secretamente, así lo afirma Agueda Aramburu, única descendiente que presenció aquellos acontecimientos, Chiatti aprovechó la tasación, muy jugosa para la época, para ofrecer los libros de Aramburu a varios coleccionistas privados.
- El 20 de febrero recibe una oferta por el Memento Umbrarum de parte de Facundo Maidana, hombre de negocios náuticos y dueño de varios botes pesqueros en Mar del Plata.
- El Memento Umbrarum es vendido por una suma importante, aunque irrisoria para el que se haya demorado en sus páginas. El 22 de febrero, Chiatti muere en un extraño episodio en Necoechea.
- El libro descansa en perfecto silencio hasta 1955, fecha en que muere Maidana en su quinta de Ezeiza.
- En 1956 toda su biblioteca, o casi toda, es tasada en la ciudad de Rosario, previo reparto entre familiares y amigos de todos los volúmenes dejados en herencia. Allí aparece nuestro libro bajo el nombre Mmnt Umbrm.
- El libro cae en manos de un sobrino de Maidana, Ulises, quien estudia el manuscrito durante años sin realizar progrsos destacables. En 1959, Ulises Maidana, normalemente atildado, solicita la asistencia de tres integrantes de la O.D.L, uno de cuyos miembros filtra algunos datos del Memento Umbrarum, los mismos que aparecen en el catálogo de la Biblioteca Nacional.
En los siguientes seis meses avanzamos muy poco. Aelfwine inició una larga y penosa correspondencia con Maidana, quien, ya anciano, se mostraba reacio a permitir que estudiemos el manuscrito. Eventualmente, cedió, bajo una oferta irrechazable para un hombre de su edad, que fue cumplida en tiempo y forma gracias a la intervención de Catharina, Avar de Aelfwine y una de nuestras damas más avezadas en el arte de la persuasión.
El 6 de Junio de 2006 ingresamos en la residencia de Maidana en el barrio de Colegiales. Sobre este encuentro daremos cuenta en otro artículo. Por el momento, nos ceñimos a todo lo relativo al Memento Umbrarum.
Lo primero que nos sorprendió fue el título de la obra; bastante más sugestivo de lo que mencionaba el catálogo de la BNBA. En la cubierta de cuero puede leerse Memento Umbrarum (Recuerda las Sombras), pero en el interior, en la primera página, aparece un subtítulo que realmente nos estimuló:
NsphrsVmprs Incbs et Succbs Cnvct.
El sistema no nos era desconocido, se trataba de un método de escritura bastante común; aplicado casi siempre al latín vulgar, y que consiste en escribir sólo las consonantes (aunque en este caso no era del todo así). Lo único verdaderamente extraño era la primer palabra, cuya séptima letra comenzaba con una desconcertante mayúscula.
El sentido de la frase se nos escapaba, ya que intentábamos traducir una frase coherente del latín; algo que viniese a completar la primera parte del título. Con muchas dudas, tradujimos la parte final:
Incs et Succbs Cnvct = Incubus et Succubus Convocat.
(Convoca a los Íncubos y Súcubos)
Luego veremos cuán equivocados estábamos.
Pero la palabra NsphrsVmprs nos era desconocida, apelamos al Cryptomenysis Patefacta, de John Falconer, en busca de algún sentido simbólico, con resultados decepcionantes. Tampoco nos sirvió la consulta a distintos textos de simbolismo esotérico. Desalentados, y profundamente abatidos por nuestra falta de pericia, nos retiramos de la biblioteca. Maidana, según declaró al inicio de la entrevista, sólo nos permitiría consultar el libro, tomar notas, pero sin ofrecer ningún tipo de información.
La clave del misterio.
Algunos días después me dirigí al estudio de una antigua profesora, hoy Flagare de Aelfwine, María Gabriela Serrano, quien no tiene rival en el laberíntico mundo del simbolismo oculto. Se mostró entusiasmada ante la lectura de nuestras anotaciones, y recordó oscuramente haber leído en alguna parte la abreviatura NsphrsVmprs. Me pidió que la visitase durante la semana siguiente, para darle tiempo de investigar el asunto en profundidad. Afortunadamente para nosotros, en menos de tres días encontró una pista sobre nuestro enigma.
La respuesta llegó de la mano de otro libro maldito, el De Furtivis Literarum Notis, de Giovanni Battista della Porta.
Allí, entre innumerables datos sobre la codificación de textos, aparece una breve alusión a nuestra abreviatura, indicando que no se trataba de una palabra, sino de dos; y que su significado era Vampiros del Mal.
Cuando me reuní con Aelfwine para discutir sobre esto, se mostró algo reacio a aceptar una explicación tan rudimentaria, pero admitió que, por el momento, estaba dispuesto a aceptar por válida la teoría, siempre que el estudio del texto confirmase la posibilidad de esta hipótesis.
Partiendo de esta premisa, debíamos segmentar la abreviatura en dos palabras: Nsphrs y Vmprs. Evidentemente, la segunda era parte del latín vulgar Vampiris, corrupta derivación de la voz eslava Upir. Ahora bien, si la segunda palabra significaba vampiro, la primera debía significar mal, o del mal; pero lo cierto es que ninguna palabra latina tiene esta fisionomía. Luego de varios días derrochados en teorías infantiles, el azar quiso que encontremos el sentido de la palabra de la manera menos académica posible.
Nos encontrábamos cenando en la casa de una amiga muy querida por nosotros, quien suele soportar con estoicismo nuestras largas disertaciones sobre mitología y esoterismo. Tras la cena, mientras cada uno divagaba por sus propios pensamientos, Agustina (nuestra anfitriona) le preguntó a Aelfwine cuál era el significado de la palabra Nosferatu. Entonces llegó la ansiada solución. Primero debimos tolerar unos buenos cinco minutos de profundas reflexiones y notas furibundas sobre una servilleta de papel. Luego, amenazado con diversos tipos de torturas, Aelfwine nos enunció, satisfecho, su teoría final.
NsphrsVmprs no significaba Vampiros del Mal, sino El Vampiro Maldito, el que porta una maldición, el enfermo. Veamos por qué:
Nsphrs es una abreviación de la palabra griega nosophòros, de la cual procede el nombre Nosferatu, muy común para denominar a los vampiros, pero que de hecho significa: portador del mal, de la enfermedad, de la infección, dueño o señor de la maldición.
El título de nuestro extraño libro de los vampiros era, después de todo, un anagrama. Su resultado final aún me causa escalofríos. Si aún no se han aburrido, pronto sabrán porqué.
La autora del Memento Umbrarum.
Hasta ahora nos hemos detenido sólo en el título del libro, pero, ¿quién fué su autor?. La respuesta, velada por cierta oscuridad intencional, nos la brinda el mismo texto, ya que antes de describir su propia experiencia en la invocación de vampiros, la autora nos habla un poco sobre sí misma.
Ella dice llamarse Parthènos Misos, aunque evidentemente se trata de un seudónimo, o de un nombre iniciático. En griego significa La Virgen del Odio. Especulaciones aparte, nuestra autora dice haber nacido en Bélgica, un 14 de mayo de 1817, en la ciudad de Bruselas. A los siete años sus padres mueren en un accidente (no se aclara de qué tipo) y la pequeña Parthènos es enviada a Buenos Aires, en dónde residían sus abuelos maternos.
A los 12 años sufrió una extraña enfermedad degenerativa, de la que no se dan mayores datos. Lo único que sabemos es que sus capacidades motoras se vieron gravemente disminuidas, y que permaneció la mayoría del tiempo confinada en su cuarto. Aquel mismo año, sus abuelos contrataron a una institutriz para llevar adelante sus estudios. Es esta mujer quien la iniciaría en los extraños misterios que luego describiría con todo detalle.
A los 15 años, Parthènos ya dominaba el latín, el griego, y, en menor medida, el escandinavo. Sus estudios fueron puramente intuitivos, ya que su tutora no seguía un método en su instrucción, pasando de los clásicos griegos a los pasajes más detestables de la mitología nórdica, y más aún, al estudio de los abominables ceremoniales prearios y rituales y cultos celtas y semíticos. En sus notas del capítulo IV, nos relata cómo su maestra la fue induciendo en el estudio de la magia negra. Le reveló los Siete Arcanos de la Nigromancia, el Rito de las Nueve Noches, las lúbricas sesiones del Flamma Tenebrae, de la Summa Nocturna, lecturas ávidas del Palimpsestum Dementialis, el renacer sensual del Aestus Velum; y, finalmente, la anciana le encomendó la lectura de un libro aberrante, cuya traducción culminaría su instrucción.
Parthènos jamás nombra directamente este extraño manuscrito, sólo utiliza epítetos como: El Libro, La Roca, Los 49, entre otros. Aelfwine, apoyado por Serrano, opina que posiblemente se trate del Nuktos Nekrosis (Mortificación Nocturna); otro fascinante manuscrito griego escrito con sangre por Lucio el Apóstata, en el 323 d.c, y donde también se especifican los rituales que el nigromante debe seguir para la invocación de Vampiros, Íncubos, Súcubos, y demás criaturas nocturnas. Sólo algunos fragmentos del libro fueron traducidos al español dentro del Memento Umbrarum, casi siempre en latín vulgar, con algunos pasajes en un griego curiosamente rudimentario. El estilo es, en general, opresivo, llegando a ser verdaderamente aterrador.
Los secretos del Memento Umbrarum.
En ulteriores entregas daremos cuenta de los rituales e invocaciones de vampiros, pero no podemos concluir esta introducción sin decir algo más sobre el título del manuscrito, el cual nos brindó la clave para la comprensión del resto de la obra. La única manera lógica de leer el título y el subtítulo del libro es aplicando el anagrama a todo el conjunto, de modo que surja una frase lógica del caos aparente. En este caso, el título completo brindado por Parthènos es:
Memento Umbrarum NsphrsVmprs Incs et Succbs Cnvct.
(Memento Umbrarum Nosophoros Vampiris Inccubus et Succubus Convocat)
El problema es que esta frase no tiene ningún sentido, lo cual es un indicio de que no se pretendía que el manuscrito saliera de un círculo de iniciados; ya que para leerlo era necesario conocer las reglas con las que se lo había redactado. Aelfwine sugiere que las abreviaturas Incs y Succbs no significa Íncubos y Súcubos, sino que debíamos ver en ellos las raíces latinas de estas palabras: incubare y succubare; que significan, yacer sobre, y yacer debajo, respectivamente. El resultado final del enigma es el siguiente:
Si los convocas, recuerda las Sombras. Los Señores de la Maldición yacerán sobre tí.
Fragmento del Memento Umbrarum: un anticipo.
Con esto hemos dado una noción general del libro, pero no quiero finalizar este artículo sin darles un anticipo de lo que vendrá. Trascribo a continuación un breve fragmento traducido por Aelfwine, parte del capítulo XVII, llamado Mnèsis Monas: Recuerda la Unidad:
"...y serás marcado por la pena de una tragedia infame. Tus lágrimas fluirán, más tu dolor permanecerá incólumne, erguido ante el olvido que te ha creado, alto como las torres que antaño rasgaban las nubes de Minal Bahazar, profundo como el (ilegible) que atrona en las mares La dicha será siempre un don que contemplarás con desprecio, la alegría te provocará náuseas, y la ternura del mundo no osará tocarte...
"Cuando de tu alma sólo queden jirones de humanidad, cuando no puedas distinguir la noche de la oscuridad que oprime tu pecho, cuando los días se sucedan como pálidos despojos de niebla, y el tiempo que transcurre entre ellos te parezca una sustancia pegajosa, infectada con el hedor putrescente de la vida y la luz; entonces podrás hundirte dulcemente en las tinieblas de tu mente, y allí encontrarás consuelo... (ilegible)
"De aquella desolación surgirá un clamor, un cuerno que no sonará en vano. Tus Hermanos, fundidos con la Noche Eterna, escucharán (ilegible: ¿y llegarán hasta tí?). Si tu corazón está dispuesto a saborear los amargos placeres del pecado, jamás volverás a estar solo.
libros oscuros 2
Esta es una pequeña coleccion de libros en
formato que tratan de temas relacionados a correspondencias
astrológicas, listas de ángeles y demonios, instrucciones para lanzar
encantamientos y hechizos, mezclar medicamentos, convocar entidades
sobrenaturales, fabricar talismanes entre otras cosa.
Los Libro estan en formato PDF y subidos a mediafire.
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El Libro de San Cipriano
Quizá
no haya habido nunca un libro más codiciado y buscado, ni que
despertase más pasiones y deseos de poseerlo, hasta el punto de que
mucha gente cayera en la locura, enfermase gravemente o se arruinara
económicamente, sólo por intentar conseguir un ejemplar del mismo o por
poner en práctica los rituales que en él se contenían. Estamos hablando
del Libro de San Cipriano, popularmente conocido como Ciprianillo.
El santo al que se le atribuye la redacción del libro es, San Cipriano de Antioquia, que vivió en el S. III D.C. (no tiene nada que ver con San Cipriano, Obispo de Cartago, con el que a menudo es confundido). El relato de la vida de San Cipriano más conocida (aunque ya hay citas en el s. IX) es la recogida en las diversas obras publicadas con el título de Flos Sanctorum (entre ellas la del padre jesuita Pedro de Ribadeneyra editada en Madrid 1599-1601). Según estos relatos, San Cipriano nació en Antioquía, entre Siria e Arabia; sus padres, idólatras y poseedores de grandes riquezas, lo destinaron, por sus cualidades, al culto de los falsos dioses. Fue hombre de gran cultura, viajó mucho (por Grecia, Egipto, la India y Caldea) y llegó a ser un profundo conocedor de las artes mágicas. A los treinta años se convierte al cristianismo, gracias a la predicación de Antipo, Obispo de Antioquía y por culpa de un episodio que le ocurrió: un joven llamado Aglaide se enamora de Justina y la pide en casamiento, que ella rechaza por estar consagrada a Jesucristo. Aglaide recurre a Cipriano para que Justina se rinda a sus deseos, lo que intenta con todas las artimañas posibles, sin resultado. Entonces Cipriano invoca a Lucifer para que le diga por qué son inútiles todos los sortilegios que hace a Justina, y Lucifer le responde que el Dios de los cristianos es el señor de todo lo creado, estando él también sujeto a su poder, de forma que no podía hacer nada contra quien hiciese el signo de la Cruz.
Entonces San Cipriano renegó de él y se convirtió al cristianismo, abandonando la práctica de la magia, no sin antes, según la tradición popular, recoger en un libro todos sus conocimientos mágicos. Posteriormente Cipriano y Justina llevaron una vida de oración y predicación del cristianismo, hasta que el juez Eutolmo los mandó al suplicio metiéndolos en tinas de pez ardiendo, de las que salieron ilesos. Ante semejante milagro, Atanasio, gran sacerdote pagano y discípulo anterior de Cipriano, creyendo que era un truco, se arrojó al tonel, y murió quemado en el acto. Cipriano y Justina fallecieron decapitados el 26 de Septiembre en los márgenes del río Gallo en la ciudad de Antioquia y sus reliquias fueron repartidas entre Roma (iglesia de San Juan de Letrán), Toulouse, y la catedral de León.
El santo al que se le atribuye la redacción del libro es, San Cipriano de Antioquia, que vivió en el S. III D.C. (no tiene nada que ver con San Cipriano, Obispo de Cartago, con el que a menudo es confundido). El relato de la vida de San Cipriano más conocida (aunque ya hay citas en el s. IX) es la recogida en las diversas obras publicadas con el título de Flos Sanctorum (entre ellas la del padre jesuita Pedro de Ribadeneyra editada en Madrid 1599-1601). Según estos relatos, San Cipriano nació en Antioquía, entre Siria e Arabia; sus padres, idólatras y poseedores de grandes riquezas, lo destinaron, por sus cualidades, al culto de los falsos dioses. Fue hombre de gran cultura, viajó mucho (por Grecia, Egipto, la India y Caldea) y llegó a ser un profundo conocedor de las artes mágicas. A los treinta años se convierte al cristianismo, gracias a la predicación de Antipo, Obispo de Antioquía y por culpa de un episodio que le ocurrió: un joven llamado Aglaide se enamora de Justina y la pide en casamiento, que ella rechaza por estar consagrada a Jesucristo. Aglaide recurre a Cipriano para que Justina se rinda a sus deseos, lo que intenta con todas las artimañas posibles, sin resultado. Entonces Cipriano invoca a Lucifer para que le diga por qué son inútiles todos los sortilegios que hace a Justina, y Lucifer le responde que el Dios de los cristianos es el señor de todo lo creado, estando él también sujeto a su poder, de forma que no podía hacer nada contra quien hiciese el signo de la Cruz.
Entonces San Cipriano renegó de él y se convirtió al cristianismo, abandonando la práctica de la magia, no sin antes, según la tradición popular, recoger en un libro todos sus conocimientos mágicos. Posteriormente Cipriano y Justina llevaron una vida de oración y predicación del cristianismo, hasta que el juez Eutolmo los mandó al suplicio metiéndolos en tinas de pez ardiendo, de las que salieron ilesos. Ante semejante milagro, Atanasio, gran sacerdote pagano y discípulo anterior de Cipriano, creyendo que era un truco, se arrojó al tonel, y murió quemado en el acto. Cipriano y Justina fallecieron decapitados el 26 de Septiembre en los márgenes del río Gallo en la ciudad de Antioquia y sus reliquias fueron repartidas entre Roma (iglesia de San Juan de Letrán), Toulouse, y la catedral de León.
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El Gran Grimorio, Papa Honorio
El
Gran Grimorio está considerado como uno de los libros más autorizados
en lo concerniente a los pactos diabólicos. Resulta difícil, como ocurre
con todos los grimorios, datar la fecha de su redacción, al no haberse
localizado ningún manuscrito anterior a la fecha de su impresión, que
ocurrió en el siglo XVIII... Atribuido “oficialmente” a Antonio del
Rabino, un mago veneciano que afirmaba haber redactado la obra basándose
en textos autógrafos del mismísimo rey Salomón (Hijo de David y profeta
del Antiguo Testamento), en el Gran Grimorio se especifica con detalle
como invocar y pactar con Lucifer Rofocal. Consciente de los riesgos que
encerraría el pacto con el diablo, el Gran Grimorio incluye toda una
serie de cláusulas llenas de dobles sentidos, triquiñuelas y
escapatorias, que permitan burlar al diablo cuando éste se presente para
reclamar su parte en el pacto. Al fin y al cabo, toda una eternidad de
tormentos inenarrables, a cambio de unos pocos años de beneficios
materiales, no son un buen negocio para nadie.
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Claviculas De Salomon
Una
de las obras consideradas como de las más enigmáticas y confusas dentro
de la literatura esotérica son las conocidas “Clavículas de Salomón” o
Masteah Shalomoh, obra muy apreciada durante siglos por hechiceros,
magos y nigromantes.
Un libro repleto de conjuros, invocaciones, rituales y todo lo concerniente a la magia ritual que harán las delicias de todo coleccionista o estudioso del ocultismo.
Lamentablemente al ser un libro tremendamente codiciado muchas ediciones han sido objeto de descrédito, confusión y manipulación y, a día de hoy, no puede afirmarse con total certeza que exista una edición legítima al original.
En 1350, el papa Inocencio VI ordenó quemar un voluminoso manuscrito conocido como “Libro de Salomón” el cual se encontraba repleto de conjuros y diferentes rituales para la evocación de los demonios.
Un libro repleto de conjuros, invocaciones, rituales y todo lo concerniente a la magia ritual que harán las delicias de todo coleccionista o estudioso del ocultismo.
Lamentablemente al ser un libro tremendamente codiciado muchas ediciones han sido objeto de descrédito, confusión y manipulación y, a día de hoy, no puede afirmarse con total certeza que exista una edición legítima al original.
En 1350, el papa Inocencio VI ordenó quemar un voluminoso manuscrito conocido como “Libro de Salomón” el cual se encontraba repleto de conjuros y diferentes rituales para la evocación de los demonios.
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Picatrix
El
Picatrix es uno de los mayores exponentes de la magia hispanomusulmana.
En este tratado, escrito en el siglo XI, se recogen elementos
procedentes de la astrología, del ocultismo, de la filosofía y se
mencionan todos los animales míticos y sobrenaturales de la España
Musulmana.
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El Gran Grimorio o Dragon Rojo
El
Gran Grimorio ha sido sacado de diversas fuentes y extractado de
diferentes autores, entre otros de La sagrada magia que Dios comunicó a
Abraham, Moisés, Aarón, David, Salomón y otros profetas, dejada por
Abraham a su hijo Laneth y traducida del hebreo en el año1458, y después
de Las clavículas de Salomón (Clavícula Salomonis ad tilium Roboam).
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El Enchiridión del Papa León III
El
Enchiridión contiene muchos secretos ocultos de la Cábala, una serie de
oraciones mágicas, de conjuros y exorcismos para preservar de todo mal.
La tradición oculta se le atribuye al Papa León III y sostiene que la
colección fue entregada por el Pontífice al rey Carlomagno como el más
caro y más preciado de todos los presentes, ya que era un libro secreto y
exclusivo.
El soberano, propietario de ese libro mágico y sabiendo valerse de él, debía ser el dueño del mundo, Carlomagno era el verdadero príncipe de los encantamientos y de los hechizos. Su reinado fue algo así como un acto solemne y brillante entre la barbarie y la Edad Media, es una aparición en la tierra, de majestad, grandeza, que recuerda el singular boato y las brillantes pompas de Salomón, es al propio tiempo una resurrección y una profecía.
En el Imperio Romano unió sus orígenes a los galos y francos, alcanzando un gran esplendor. En el también, como un tipo evocado y realizado por adivinación, se muestra anticipadamente el imperio perfecto de las edades de la civilización madura, el imperio coronado por el sacerdocio y apoyando su trono en el altar
El soberano, propietario de ese libro mágico y sabiendo valerse de él, debía ser el dueño del mundo, Carlomagno era el verdadero príncipe de los encantamientos y de los hechizos. Su reinado fue algo así como un acto solemne y brillante entre la barbarie y la Edad Media, es una aparición en la tierra, de majestad, grandeza, que recuerda el singular boato y las brillantes pompas de Salomón, es al propio tiempo una resurrección y una profecía.
En el Imperio Romano unió sus orígenes a los galos y francos, alcanzando un gran esplendor. En el también, como un tipo evocado y realizado por adivinación, se muestra anticipadamente el imperio perfecto de las edades de la civilización madura, el imperio coronado por el sacerdocio y apoyando su trono en el altar
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Abramelin El Libro De La Magia Sagrada
La obra fue escrita por Abraham el judío, quien la recibió del Mago Abramelín, para su hijo menor Lamech.
Inicialmente se supone que el manuscrito data de 1458 y fue escrito cuando Abraham el judío contaba con 96 años.
"Para el estudiante de ocultismo sincero y ávido, esta obra no puede por menos que ser de valor, bien como estímulo a esa rara, escasa, y necesaria facultad -la fe inquebrantable-, como una ayuda a su discriminación entre sistemas de magia veraderos y falsos; o como presentación de una serie (conjunto) de indicaciones para producir efectos mágicos, que el autor del libro afirma haber intentado con éxito".
MacGregor Mathers.
Inicialmente se supone que el manuscrito data de 1458 y fue escrito cuando Abraham el judío contaba con 96 años.
"Para el estudiante de ocultismo sincero y ávido, esta obra no puede por menos que ser de valor, bien como estímulo a esa rara, escasa, y necesaria facultad -la fe inquebrantable-, como una ayuda a su discriminación entre sistemas de magia veraderos y falsos; o como presentación de una serie (conjunto) de indicaciones para producir efectos mágicos, que el autor del libro afirma haber intentado con éxito".
MacGregor Mathers.
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Aradia o El evangelio de las brujas
Aradia
o El evangelio de las brujas, es un libro escrito por el folclorista
estadounidense Charles Leland y publicado en 1899. El texto describre
los credos y ritos de un movimiento religioso oculto relacionado con la
brujería en la Toscana. Leland asegura que tal movimiento ya existía
desde hacía siglos en el momento que el lo descubrió, la década de 1890.
Los críticos han discutido durante mucho tiempo si está en lo cierto o
no sobre eso. A pesar de esto el libro se convirtió en uno de los textos
fundamentales de la wicca y el neopaganismo.